En casi todos los países del mundo se lleva a cabo algún tipo de minería y de canteras industriales ya que es una actividad que tiene grandes efectos económicos, medioambientales, laborales y sociales en los países en los cuales se realiza, pero “a pesar de los considerables esfuerzos desplegados en muchos países, el elevado número de muertes, lesiones y enfermedades registrado entre los mineros de todo el mundo significa que la minería sigue siendo la ocupación más peligrosa si se tiene en cuenta el número de personas expuestas al riesgo”, manifiesta la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
La SRT se encuentra abordando los problemas laborales y sociales de la minería a través la Comisión Cuatripartita del sector integrada por la SRT, el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación, la Asociación Obrera Minera Argentina (AOMA), la Asociación Sindical del Personal Técnico, Profesional y Jerárquico de la Actividad Minera Argentina (ASIJEMIN) y la UART. Uno de los productos de ese trabajo cuatripartito es un Manual de Buenas Prácticas para la Industria Minera enfocado en los procesos de minería subterránea o de socavón.
En la Argentina, la gran mayoría de los yacimientos mineros subterráneos se encuentran al oeste del país, cercanos a la Cordillera de los Andes y generalmente a más de 3500 metros sobre el nivel del mar. Catamarca, Jujuy, Salta, San Juan y Santa Cruz son las provincias con mayor concentración de proyectos mineros de este tipo.
En la última década, la actividad minera ha sostenido un crecimiento récord que se ve reflejado en distintas estadísticas que la Secretaría de Minería de la Nación dio a conocer en su último informe de gestión. En 2002 la minería les daba trabajo a 97.500 personas. Actualmente, más de medio millón de argentinos tienen empleo en el sector, lo que representa un notable crecimiento. El nivel de inversiones subió de 541 millones en 2002 a 11.078 millones en la actualidad. La cantidad de proyectos creció exponencialmente de 18 a 614.
A pesar del crecimiento del sector, los índices de accidentabilidad se retrajeron visiblemente, en 2003 el índice de AT/EP (accidentes de trabajo/enfermedades profesionales) era de 107,1 por mil mientras que en 2012, fue de 62,2. Una reducción de casi un 42%. La incidencia de fallecidos AT/EP por millón, se mostró inestable, con subas y bajas constantes, lo que revela que todavía resta mucho trabajo para llegar al objetivo de la Superintendencia: ningún accidente mortal.